Pensar en un viaje en solitario no es algo común. Por lo general, cuando planificamos unas vacaciones o un escape a algún lugar del mundo imaginamos un viaje con alguien más: la pareja, los hijos o incluso los amigos. Pero a veces, esperando por esas personas podemos dejar pasar oportunidades que luego lamentamos. Por eso, estar abierto a la posibilidad de viajar solo debe verse como una opción llena de innumerables beneficios para la autoconfianza y el disfrute consigo mismo; y no como un aburrimiento.
Cambiar la perspectiva y atreverte a viajar solo pondrá ante ti un mundo de posibilidades y oportunidades en las que nadie más tendrá una responsabilidad o participación, solo tú serás el encargado de decidir qué, cómo y cuándo vivir cada experiencia. Si necesitas más razones para dar este gran paso, aquí te contamos más:
Viajar solo te da la oportunidad de pasar mayor tiempo contigo mismo, con tus pensamientos, con tus deseos y, por qué no, con tus contradicciones. Estar unos días sin nadie que te diga qué hacer o dejar de hacer te da el poder de elegir por tí mismo y al mismo tiempo te obliga a escuchar tus deseos más profundos para materializarlos. Por eso, al regresar a casa llegas renovado y con mayor autodeterminación al momento de actuar.
Al comienzo, viajar solo puede ser abrumador y más si eres de los que no suele entablar conversación fácilmente. Lo bueno es que sin tener a nadie más que a ti, te obligas a perder el miedo escénico y en un abrir y cerrar de ojos te verás a ti mismo pidiendo direcciones a cualquier lugareño, asistirás a fiestas de personas que no conozcas y te incluirás en rutas turísticas para hacer amigos.
Libertad, esa es la mejor traducción de un viaje en solitario. Levantarte a diario sin depender de nadie, sin tener que consultar la ruta del día o incluso los lugares para comer es simplemente maravilloso. Imagina querer cambiar todo el plan y no escuchar un solo reclamo, esa es la recompensa de viajar solo.
Viajar solo es la mejor terapia para soltar el control. Cuando todo depende de ti y te das cuenta que hay cosas que no puedes controlar, o que en un momento querías hacer algo y ahora prefieres lanzarte a la aventura, te relajas y entiendes que aceptar invitaciones de último momento pueden ser experiencias inolvidables, aunque no sean parte del itinerario.
Viajar solo es la mejor terapia para soltar el control. Cuando todo depende de ti y te das cuenta que hay cosas que no puedes controlar, o que en un momento querías hacer algo y ahora prefieres lanzarte a la aventura, te relajas y entiendes que aceptar invitaciones de último momento pueden ser experiencias inolvidables, aunque no sean parte del itinerario.