La maternidad es una fuerza transformadora. Cuando una mujer se convierte en madre, descubre en ella muchos talentos y herramientas que de alguna manera formaban parte de su personalidad y que tal vez no habían salido a flote en otros momentos de su vida. Pero la maternidad también trae consigo una gran responsabilidad y mucho cansancio. Suele pasar que las madres, entre las tantísimas tareas que deben atender, pierden sus propios espacios. Si eres madre y te identificas con esta lectura, puedes poner en práctica estas 5 claves para trabajar en tu bienestar:
Dedica espacios de tu tiempo para el autoconocimiento y el crecimiento personal. Invertir tiempo y energía en ti misma es fundamental para tu autoestima, una mamá que se quiere a sí misma es una persona capaz de transmitir a su familia herramientas que los ayuden a fortalecerse emocionalmente.
Cuando hablamos de crianza hablamos también de ese complejo universo que son las emociones humanas. La crianza en un proceso en el que no solo hay un intercambio de creencias y valores, también hay un flujo constante de emociones. Poner atención plena a tus emociones, detenerte a pensar en ellas, en la reacción física que generan y validarlas, es el primer paso en el proceso de trabajar en tu inteligencia emocional. Cuando manejas tus relaciones con consciencia plena de tus emociones, entonces todo marcha mejor. Los niños necesitan madres disponibles y accesibles emocionalmente, pero esto solo va a ocurrir si eres capaz de interpretar y canalizar adecuadamente eso que sientes en ciertos momentos.
Una alimentación equilibrada es clave para la salud y mamá no puede ser la excepción de la regla. Si queremos niños que coman bien, entonces necesitamos madres que también lo hagan. Garantiza que en tu plato siempre haya en porciones equilibradas: carbohidratos, proteínas, vegetales y frutas. Cuando tus hijos te ven comer de forma saludable, ellos se sienten motivados y en confianza de hacerlo también. Además está comprobado que comer de forma saludable favorece el buen humor, minimiza el riesgo de estrés y ansiedad, ayuda a descansar mejor y sin duda una alimentación equilibrada es clave para mantener un peso saludable. Tal vez llevar a los niños al parque y correr junto a ellos puede ser parte de tu rutina de ejercicio físico.
No importa si lo que te gusta es caminar o si eres fan de los gimnasios. Sea cual sea la actividad física con la que te sientes cómoda, hazla. Tener una rutina de ejercicio, por lo menos tres veces a la semana, es un hábito tan saludable para el cuerpo como para la mente. Aunque no lo creas, el ejercicio físico también reporta grandes beneficios para el cerebro, ya que lo oxigena, lo mantiene saludable y te ayuda a despejar la mente y esto a su vez se traduce en menos pensamientos en menos ansiedad.
Realiza una actividad que disfrutas. Cuando dedicas unos minutos al día o a la semana a realizar un pasatiempo, te sientes bien contigo misma. Por ejemplo, si te gusta pintar puedes hacerlo mientras enseñas a tu bebé a pintar con sus dedos.
¿Cómo hacer que todo esto pase sin dejar de dedicarle tiempo a mi familia?
Esta es, sin duda, una pregunta muy válida. Pero siempre hay alternativas:
- Cuenta con un sistema de apoyo conformado por tu familia o amistades cercanas y de confianza.
- Involucra a la familia en tus hábitos de bienestar propio.
No se trata de pensar en planes enormes con metas poco factibles, se trata de insertar estas pequeñas rutinas que mejoren tu cotidianidad.
¿Qué puedes hacer por tu bienestar hoy? Preocuparte por ti misma, te fortalece y te hace una persona más saludable – física y emocionalmente – capaz de enseñar a otros a vivir bien.