Bienestar

Cuida tu niño interior

Cuántas veces hemos repetido la frase: “deja salir al niño que llevas dentro”, sin prestar verdadera atención a lo que eso significa. No se trata de ser ingenuo o inocente de todo lo que nos rodea, más bien se trata de ampliar un poco las estructuras cerradas que vamos adoptando con la adultez.

El niño que debemos cultivar se permite el asombro como premisa para aprender. Abrir los ojos ante las cosas que diariamente nos rodean pero que dejamos de ver solo por convenciones sociales. Reírse a carcajadas, por ejemplo, es una maravillosa terapia relajante que vamos perdiendo con el tiempo y que de vez en cuando deberíamos recuperar como parte de nuestra caja de herramientas emocionales.

Cuando nos permitimos ser niños también retomamos la capacidad de perdonar a los otros con facilidad, lo que hace que nos relacionemos de una manera más positiva y menos guiada por el rencor. Las dinámicas aceleradas y tensas del día a día dificultan que las relaciones sean más estables y aunque suene gracioso es importante rescatar la capacidad de hacer amigos: conversar con alguien que nos comente algo en el transporte público o mientras esperamos en un sitio es un ejercicio breve que nos muestra lo difícil que se nos vuelve sencillamente conversar con alguien.

De niños tenemos la capacidad de ser espontáneos porque encontramos diversión en cosas pequeñas. Pero a medida que crecemos nos volvemos más rígidos con las convenciones sociales, así que de vez en cuando no está demás permitirse un acto sencillo de espontaneidad, como por ejemplo, bailar o cantar una canción que te mueva las emociones de manera inesperada.

Conectarnos con nuestra infancia también nos permite entender mejor el mundo que nos rodea porque ampliamos la capacidad de ver desde distintos puntos de vista y nos deslindamos de muchos prejuicios que hemos acumulado durante el proceso de la adultez.

Y el vínculo con lo lúdico es algo importante, muy necesario para desarrollar la creatividad que nos ayuda a avanzar mejor en nuestro desempeño cotidiano. Jugar en serio es una gran herramienta para entender cuáles son nuestras fortalezas y cuál es la mejor manera de aprovecharlas o ¿quién puede dudar del juego como el sistema más eficiente para armar y descifrar el mundo que vamos construyendo?

Así que más allá de dejarlo salir, es mucho mejor mantener a ese niño cerca para aprovechar el aprendizaje que conlleva.

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