Pocas personas aprenden a administrar sus ingresos de forma organizada. Si bien es cierto que en tiempos de crisis los salarios se vuelven elásticos, es importante tener claridad sobre cuáles son los gastos esenciales que deben ser la prioridad, pero también cuál es el margen disponible para garantizar momentos de esparcimiento y distracción, tan necesarios en la vida como pagar las cuentas.
Con algunos de estos consejos y algo de creatividad podemos llegar a fin de mes con un saldo positivo para costear esos necesarios momentos de entretenimiento.
Parece obvio pero no lo es: si no sabemos cuánto recibimos en promedio mensualmente, no sabemos cuánto podemos gastar y en qué medida es posible salirse de lo previsto. La cuenta es sencilla de relacionar: de los ingresos restemos los gastos regulares y deudas fijas (préstamos bancarios o cuotas de ahorro). A eso hay que restarle los gastos imprevistos del mes como compra de medicinas, cuotas extraordinarias del colegio o reparaciones en el hogar. Al tener esa cuenta es más fácil saber cuánto podemos gastar sin dejar el bolsillo desplumado.
De ese momento podemos deducir qué tipo de entretenimiento (cine, salidas nocturnas, comidas en restaurantes) podemos disfrutar mes a mes y cuánto podemos reservar como ahorro para planes a mediano plazo si resultan más costosos (viajes, excursiones, fiestas).
Las estimaciones promedio indican que un presupuesto familiar invierte entre 30 y 35% en pago de servicios y vivienda, 20% en alimentos, 15% en transporte, 10% en ropa, 5 a 10% en servicios de salud, 5% más para ahorro y de 2 al 5% restante es un aproximado de lo que se destina a entretenimiento.
Al saber cuándo se acerca la fecha más difícil sobre la que recae la mayoría de los gastos fijos, es más fácil hacer planes para salir o programar paseos cuando el ingreso esté menos comprometido porque los gastos principales han sido cubiertos previamente.
Organizar una comida o fiesta con amigos y familia en una casa es una gran opción porque estas reuniones se convierten en espacios de encuentro en los cuales se pueden compartir los gastos entre un grupo más amplio, a diferencia de lo que significa salir a comer a un restaurante o gastar en establecimientos nocturnos.
Una vez al año no hace daño, dice un popular refrán, así que cuando llega el momento de darse un gusto fuera de presupuesto hay que hacerlo. Pero si dejamos las tarjetas de crédito en casa, las tentaciones diarias disminuyen y así podemos usarlas como un comodín cuando se presente una salida al cine o un paseo de fin de semana que nos puede desajustar el presupuesto.
Las ciudades, y especialmente los municipios, cuentan con agendas de eventos gratuitos durante todo el mes que se convierten en buenas opciones para salir en familia. Funciones de teatro a muy bajo costo o con entrada libre, conciertos, ferias y actividades en los parques de la ciudad son parte de la programación continua de los centros culturales y deportivos de la comunidad, y representan una gran alternativa para disfrutar de espacios de esparcimiento sin gastar tanto.