La solidaridad se puede definir de muchas formas. Una de ellas es mediante los actos que una persona realiza en beneficio de otra sin esperar nada a cambio. En este sentido, está muy ligada con otros valores como el altruismo y el compañerismo. Por eso a grandes rasgos podemos decir que la solidaridad se basa en ayudar y servir a los demás.
Además, si bien es un valor que desarrollamos cada uno como individuo, la solidaridad habla mucho de cómo somos como sociedad, ya que está relacionada con el desarrollo social y es muy común verla en tiempo de crisis. ¿Pero cómo aplicarla a nuestro día a día? Acá te dejamos algunos ejemplos de la vida cotidiana:
Ponte a disposición de los demás
Si notas que una compañera del trabajo tiene problemas con su computador y a ti se te da muy bien el tema tecnológico ofrécele asesoría en soporte técnico.
Comparte tus bendiciones
Tener un plato de comida o un suéter que usar un día lluvioso no siempre está a la disposición de todos. Ayuda a los más necesitados con lo que puedas.
Apoya a quien te necesite
Ser solidario no es cuestión de volverse un superhéroe. Pero si ves que una persona de la tercera edad necesita cruzar la calle ofrecete a acompañarla. Recuerda ser siempre amable.
Dile sí a la caridad
Muchas veces ropa en buen estado y juguetes que no hacen más que ocupar espacio terminan en la basura. Haz cajas con lo que ya no uses y dónalas a fundaciones.
Ponte en el lugar del otro
Un acto de solidaridad poco común es el de comprender a los demás. Al darles apoyo y escucharlos sin juzgar fomentamos un gran valor en nuestra vida diaria.