Cumplir una meta y tener la convicción de que lo que haces es único, puede convertirte en un personaje fuera de serie.
Pasos firmes
Aunque los médicos le pronosticaron una semana de vida, Maickel Melamed lleva su propia cuenta en acciones y no en calendarios. Su determinación lo llevó a ascender en 2006 el Pico Bolívar: “seis meses de preparación intensa y exclusiva con un equipo de montañistas y unos maestros maravillosos”, explica. Su motor es simple: “transformar imposibles en realidades concretas”, sentencia Melamed.
Maickel es el artífice de tres proyectos de trabajo colectivo que surgen con el fin de inspirar a otros para que vayan en busca de sus sueños y los cumplan. Así conformó “Paso a paso hacia la meta”, “Rompe el molde” y “Paz con todo”, que considera etapas claves en su desarrollo personal y profesional.
Mientras su cuerpo se prepara para entrenar diariamente, en su mente germina varias ideas. Una de ellas, la más urgente y por tanto la más prioritaria para Maickel es “Paz con todo”, una iniciativa de carácter colectivo en la que se apuesta por “un día de paz”, que es una posibilidad para los venezolanos de estar y vivir en paz con su entorno, aunque sea por ese día.
“Para que la paz sea algo cotidiano hay que empezar por un día”, dice Maickel e invita a todos los que lo deseen a inspirar a otros, empoderarlos y contagiar esa aspiración: “es que esto es un tema de vida”, agrega.
Por eso no desperdicia minutos y pone a andar su máquina incansable que vive en un cuerpo blindado de fortaleza: “tanto el éxito como el triunfo son elecciones”. Y Maickel lo sabe desde el mismo instante en que nació.
Sabores únicos
La gente se aglomera para entrar por cualquiera de las tres puertas que hacen la esquina en la casona amarilla. Un sencillo anuncio indica que se está entrando a la Heladería Coromoto. En letras pequeñas, casi como un detalle, se lee: “Incluida en el Libro de Guiness. Tienda de helados con más sabores”.
Por eso el desfile de turistas es continuo. Los locales vecinos de la avenida 3 en el centro de la ciudad de Mérida están acostumbrados a señalar el tradicional lugar donde los paladares tienen a su disposición más de 800 sabores de helados. Las paredes guardan la historia recorrida desde 1991 cuando se convirtió en la referencia de ingenio para crear inimaginables sabores contenidos en la crema fría de un heladito.
Un gran tablón acumula insólitos nombres, combinaciones y homenajes a la historia y cultura venezolana en forma de copa o barquilla. Unos van con su tinita de cebolla o ajo. Otros se arriesgan por el de frijoles o pabellón criollo. El de cerveza es infaltable y le sigue en popularidad el de whisky. Pero los más osados pueden tener su barquilla de pasta con queso parmesano, plátano o remolacha. Las más estéticas pueden irse con un vasito de “Miss Venezuela”, que sabe y huele a rosas y claveles.
Hace 29 años a Don Manuel Da Silva Olivera o “Don Manolo” como lo llaman todos, se le ocurrió comenzar a experimentar con fórmulas simples pero que apuntaban a la imaginación. Su primer intento fue con aguacate y el resultado fueron 46 kilos perdidos que no se consiguieron convertir en helado. Pero lo intentó de nuevo y ahora el aguacate es uno de los sabores más solicitados. 832 intentos exitosos han quedado desde 1981 hasta ahora.
Espíritu alegre
En el 2011, se realizó un estudio que se basó en el análisis de la esperanza de vida, bienestar económico y acceso a la educación con indicadores publicados por la Unesco, la OMS y organismos que permitían conocer estos datos en las diferentes regiones del mundo.
Aunque según el estudio el nivel de felicidad se asocia con la salud de las personas, el bienestar económico de un país y su oportunidad de crecer y desarrollarse en lo educativo, cuando se le preguntaba a personas de algunos países con deficiencias en estas categorías, señalaban de igual manera que eran felices.
El caso venezolano tiene esas características. Durante los seis años que se ha estado realizando este estudio, Venezuela no ha salido de los primeros lugares. En 2010 quedó en segundo puesto, sólo superado por Costa Rica, a nivel de Latinoamérica.
Y según los indicadores, en Venezuela prevalece el dicho que reza “al mal tiempo buena cara”, ya que los productos de cuidado y arreglo personal aumentaron 60% en el consumo, según resultados del encuentro organizado por los empresarios.
Aunque sólo 22% sale de vacaciones y 52% del ingreso familiar lo destinan a comprar alimentos, cuando se le preguntaba a un venezolano si había desmejorado su situación respecto al año anterior, 70% respondía que sí, pero de ese grupo 40%, inmediatamente decía que su situación iba a mejorar en los próximos meses. Es que los venezolanos definitivamente son optimistas, parece que en Venezuela, el alimento viene con una sonrisa.
Esperanzas intactas
Hely Garagozzo no escatima detalles de sus travesías. Son ocho marcadas en un calendario muy especial: cada cuatro años prepara sus maletas, alista sus boletos y se enfila hacia el país que lleva sobre los hombros la responsabilidad de organizar el mundial de futbol.
Hely está en la lista de conseguir un récord Guiness que no desea: ser el fanático que ha asistido a más mundiales sin que su selección haya participado nunca.
Fue fiel a su primera pasión: el fútbol. Aquella primera experiencia mundialista lo dejó marcado: “nunca había escuchado un grito de gol de 120 mil personas. Estaba en un estadio tan imponente como el Santiago Bernabeú y ahí me dije: iré a todos los mundiales hasta que Dios me dé vida”.
Suráfrica 2010 fue la octava. En los mundiales de Italia 1990, Estados Unidos 1994 y Francia 1998, lo acompañó su esposa, que no se divorció pero sí aprendió mucho de fútbol.
En ese largo camino nunca había visto tan cerca a la selección de Venezuela de alcanzar el sueño mundialista como en junio de 2010. “Me llevé una maleta con 25 kilos de banderas. Venezuela pa’ Brasil 2014. Ese es mi mensaje”.
Garagozzo deja claro su objetivo: “a mí qué me importa el libro Guiness, mi anhelo es que Venezuela esté en un mundial. Me preparo durante cuatro años, ahorro y si agarro un dinerito me digo: esto es pa’l mundial”.
Ilustración: Camilo Maldonado