Una noche de mal sueño puede dejar todo el día agotada a cualquier persona y por lo general el humor afecta al entorno que lo rodea, principalmente a la pareja. Un estudio realizado por la Universidad de Berkeley (California) mostró que las personas con problemas para dormir afectan en gran medida a su pareja.
La investigación analizó el esquema de sueño de 78 parejas durante dos semanas y cada día las parejas tenían que anotar cómo había sido su calidad de sueño de su sueño y paralelamente anotar si habían tenido algún tipo de discusión con sus parejas. Al concluir las dos semanas, los investigadores encontraron que las personas que dormían bien pero compartían la cama con alguien de mal dormir, anotaban más cantidad de discusiones con sus parejas al día siguiente.
Al indagar más en las discusiones que tenían al día siguiente de una noche de mal sueño, no contaban factores como la satisfacción general de la relación, depresión, estrés y ansiedad, era suficiente que uno de los integrantes de la relación tuviese una mala noche para que al día siguiente tuvieran problemas por cosas aparentemente sin importancia.
Las señales más comunes que afectaban la relación por falta de descanso en las noches se expresaban en:
Menor empatía. Mientras peor dormían las parejas, menor era la empatía que mostraban entre sí.
Mayor negatividad. Cuando las parejas duermen mal los sentimientos negativos y culpabilizar al otro se hacen más frecuentes porque el mal humor aumenta..
Problemas para resolver conflictos. Las parejas con problemas para dormir se mostraban más desenfocadas y distraídas y tenían más problemas para resolver sus diferencias y llegar a una solución.
Egoísmo. Dormir mal puede inducir a que haya una tendencia de imponer las necesidades individuales por encima de las que surgen entre ambos. Las horas de televisión, la luz encendida, la temperatura del cuarto o el lugar elegido para dormir se convierten en espacios de lucha que uno quiere dominar sobre el otro.
En la medida en que un miembro de la pareja ayudaba al otro a dormir bien, su relación mostraba mejoras y comenzaban a disminuir los problemas cotidianos por cosas pequeñas. Parte del estudio demostraba que al dormir bien crecía la afinidad, la complicidad entre ambos y el descanso físico y mental era más prolongado.