El proyecto desarrollado por docentes y profesionales vinculados al arte trabaja bajo la filosofía de que la música es un método de educación sumamente efectivo y en menos de un alto ya han demostrado con 80 niños que para aprender lo que se necesita es mucha armonía, tanta como el instrumento que les da nombre.
Con una sencilla pero efectiva canción el silencio y el orden se impone. «Bajito, toc, toc, silencio, recogemos los instrumentos, toc, toc, silencio». Los niños observan atentamente las instrucciones melódicas que les da la profesora y van bajando el ritmo de su propia voz hasta convertirlo en una pausa armónica que habla por si sola. En las clases de Marimba (@MarimbaVzla), el arte, la música y la creatividad son los que ponen las normas.
«Utilizamos la música como recurso para desarrollar las distintas áreas: socioemocional, cognitiva, el lenguaje y la psicomotricidad de los niños. Por eso nos definimos como una escuela que vincula el arte como forma de educación, en sus distintas expresiones sea canto, baile o teatro», explica Alexandra Díaz, docente especialista en educación inicial con 20 años de experiencia en el aula.
Ante sus ojos pasaron decenas de niños con los que demostró empíricamente que podía obtener más de ellos si los estimulaba a través del arte «la expresión creativa nos daba miles de posibilidades. A los niños que se les estimula la parte artística son individuos diferentes, más sólidos, con una personalidad definida y más seguros de sí mismos», asegura Díaz.
El sistema ideado por Marimba responde a la progresividad del mismo instrumento musical que les nombra. Desde los 6 meses hasta los 2 años de edad van recibiendo estimulación temprana según sus necesidades y el nivel de desarrollo motor que les corresponde. Para ellos y sus padres, Marimba les ofrece talleres que los padres pueden elegir según los horarios y las jornadas diarias de interés o del tiempo libre que requieran, en especial las madres, quienes también forman parte del trabajo temprano de estimulación.
«Los padres pueden comprar un paquete de horas prepagadas y las usan según las vayan requiriendo», indica Díaz, quien junto a su hermana Adriana llevan las riendas creativas y administrativas de la institución. «En la tarde diseñamos talleres para niños de 5 años en adelante que suelen estar escolarizados y necesitan actividades extra cátedra para complementar la creación y la habilidad artística de los niños, incluso tenemos adolescentes y adultos en varios de los talleres», agrega la docente y directora de Marimba.
El espacio colorido y amplio comparte el juego y el trabajo en cada rinconcito. Un parque al aire libre del que los niños salen directo a los salones concebidos con paredes de vidrio para que los padres tengan la panorámica total de sus hijos mientras están trabajando en las diferentes áreas.
Cada actividad musical, teatral, de pintura o canto sirve como el primer entrenamiento ante el ojo del público cautivo que los observa. Mientras tanto, los niños están en lo suyo. Se distraen por un momento, saludan a los papás a través del cristal pero con una clave rítmica vuelven a sus labores. Los maestros ni siquiera tienen necesidad de decir la palabra disciplina. Las canciones marcan el ritmo de trabajo. Si es de correr, corren, si es de reír, ríen, si es de callar, callan.
Las melodías indican el resultado: sesiones de trabajo de 45 minutos en las que desarrollaron un talento y sin siquiera notarlo cumplieron un objetivo.
Al terminar la jornada de cada taller, los niños siguen jugando aunque hayan aprendido lecciones fundamentales de desarrollo sin dejar de divertirse.