Cuando hablamos de protección del medio ambiente quizá nos viene a la mente la imagen de un grupo de personas que defienden la selva del Amazonas o la de activistas que salvan ballenas en el océano. La verdad es que la protección del medio ambiente puede ser eso y mucho más.
Al cortar un árbol, un solo árbol que haya crecido en la calle donde vivimos, la disminución del oxígeno que nos rodea es inmediata. La temperatura sube un promedio de 3 a 4 grados centígrados cuando el copo de la planta cae al suelo porque el sol incide directamente en esa área. Perdemos sombra, frescura, un filtro natural que disminuye el ruido y un agente oxigenador. Inevitablemente el ecosistema ha sido alterado y los primeros afectados somos los que habitamos en ese entorno directo.
Cuando hablamos de hacer un uso racional del agua pensamos solo en los ríos y mares que, a nuestro entender, algún día pueden disminuir su nivel. Pero si somos honestos lo vemos como algo lejano, casi imposible de que ocurra ante nuestros ojos. Pero el desperdicio de agua incide directamente en la vida doméstica. Los sistemas de tuberías y embalses urbanos tienen que soportar una demanda de agua mayor a la que están preparados. El calor reduce los niveles de los embalses y los sistemas de distribución de agua exigen más energía para llegar con regularidad a todas partes.
Y ni hablar de la contaminación directa del agua que consumimos. Los restos de aceite comestible, los químicos y los desechos orgánicos van a parar a los sistemas de desagüe que, en la mayoría de los casos, cruzan nuestras ciudades. Los desechos sólidos obstruyen los cauces de agua y a la vez alteran los sistemas hídricos urbanos. Así es como vemos que la ciudad comienza a inundarse cuando cae una pequeña lluvia y las amenazas de deslaves e inundación son un riesgo latente por igual en urbanizaciones o sectores populares.
Entonces ¿no crees que hay una causa-efecto directo en el ambiente que podemos disminuir en nuestras acciones diarias? Cuidar el único hábitat que tenemos no es un asunto exclusivo de ambientalistas, la supervivencia de la especie humana depende de nuestra capacidad de asumir responsabilidades individuales y tomar acciones para prolongar el equilibrio en la naturaleza.
¡Toma acciones!