La escuela ubicada en Catia atiende a más de 600 alumnos, desde hace 48 años la Escuela Parroquial El Vivero emprende la labor de educar integralmente a niños y jóvenes del barrio Boquerón. El apoyo en infraestructura a esta y otras dos escuelas del sector, en alianza con la Sociedad Civil El Albor, constituye la iniciativa de responsabilidad social más antigua de Seguros Caracas de Liberty Mutual.
Vivero, nombre con el que se conoce a una de las tres escuelas fundadas por tres hermanos salvatorianos en 1964 en Catia, impone su carácter entre las calles del barrio Boquerón. Ni la basura, ni la delincuencia, ni la falla de servicios básicos como el agua, debilita el ánimo de los educadores y alumnos que hacen vida en sus aulas y construyen con sus acciones un país mejor.
La Sociedad Civil El Albor, dirigida por el Dr. Roland Matthies, se apoya en diferentes instituciones y empresas entre las que destaca Seguros Caracas de Liberty Mutual que acompaña el trabajo de esta organización desde su nacimiento. Las escuelas que apoya El Albor también cuentan con el respaldo de la Asociación Venezolana de Escuelas Católicas, especialmente en materia de preparación profesoral.
Hacer la diferencia
Vivero, al igual que sus hermanas Policarpo y La Constancia, destaca entre las escuelas del sector. “La gente quiere que sus hijos estudien aquí porque no se interrumpen las clases y se hace énfasis en la formación de valores en los alumnos”, asegura María Isabel Meléndez, coordinadora docente de la escuela. Las tres escuelas imparten educación católica.
El valor agregado de Vivero empieza desde la inducción que se da a los padres de los niños que ingresan al colegio: “la charla tiene como objetivo involucrar a los papás en la formación de sus hijos”, ilustra Meléndez, quien presta servicios para esta institución desde hace 15 años.
Además del programa obligatorio, en Vivero se ofrecen talleres de electricidad, computación, corte y costura y repostería que, por períodos, también se brindan a los representantes de la escuela.
Las patrullas ecológica y escolar se organizan cada año con los alumnos del colegio. En el caso de la patrulla escolar, los alumnos se encargan de mantener el orden durante los honores a la bandera y en las clases, mientras que los miembros de la patrulla ecológica se encargan de invitar a todos los alumnos a mantener las instalaciones limpias y preparar materiales informativos sobre las efemérides ambientales más importantes. Para ellos lo mejor de la escuela es que los maestros los tratan con cariño.
El eterno retorno de la enseñanza
Magui Chirinos tiene 27 años y es auxiliar de preescolar en una de las aulas de Vivero. Estudia quinto semestre de educación inicial y hace algunos años era una de las niñas que ocupaba los pupitres de la escuela donde hoy labora.
“Como alumna encontré maestros que me brindaron lo que necesitaba tanto emocional como académicamente -dice la educadora, quien se considera afortunada por haber recibido una atención de calidad en Vivero-. Ahora soy yo la que recibo a mis alumnos con los brazos abiertos para brindarles todo mi amor y conocimientos”.
Gustavo González aparece rodeado de niños que le piden que les raye la franela que no usarán el año que viene y que marca el paso entre una etapa y otra. Para él es casi un ritual después de 34 años trabajando como profesor en la escuela. Ya está jubilado, pero González siempre regresa a hacer alguna suplencia en Vivero. “Esta es mi casa”, dice. Sus tres hijos estudiaron en esas mismas aulas y ya están graduados en informática, enfermería y gestión ambiental. Ahora les tocó el turno a sus nietos, quienes hoy corren en la cancha de la escuela donde alguna vez jugaron sus padres.
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