Todos tenemos debilidades y fortalezas con las cuales lidiamos día a día pero uno de los procesos de crecimiento más importantes está en aprender a desarrollar la fortaleza mental. Ser emocionalmente fuertes es parte de un entrenamiento en el que cada uno de nosotros decide de qué manera va a construir su felicidad y cómo va a lograr el equilibrio entre mente, cuerpo y alma.
La fuerza emocional se desarrolla igual que un músculo. Progresivamente podemos ir detectando qué actitudes nos ayudan a ser emocionalmente más fuertes. Revisemos 10 acciones que nos ayudarán:
No rogar por atención. La necesidad constante de que nos presten atención se relaciona con carencias emocionales. Si continuamente buscas reconocimiento externo dejas demasiado peso en los demás sobre la manera cómo te percibes. Hay que empezar por reconocer en ti mismo cuánto importas y tu valoración personal será más fuerte.
No guardes rencor. El rencor es una sensación de malestar que se prolonga en el tiempo y con esa actitud le das demasiada importancia a algo que hay que dejar ir. Perdonar es evolucionar porque la energía que inviertes en el rencor se queda en ti y te hace más daño que cualquier acción externa.
Cree en ti mismo. Si te conoces, te entiendes y te amas será muy difícil que otros puedan derrumbarte. Las personas que aprenden a perdonarse a sí mismos y a creer en sus capacidades dudan poco y son más activos que reactivos.
Elige bien quién entra en tu vida. Hay que saber cuánta responsabilidad de nuestros sentimientos dejamos en los otros, así que es muy importante elegir bien aquellas personas con las cuales nos relacionamos. Trata de que las personas que están a tu alrededor sean más apoyo que defensa porque seguramente te proveerán mayor seguridad emocional cuando la necesites. 
No tengas miedo al amor. Amar no es solo entregarse, es la capacidad de confiar y de ser parte de la vida de otras personas. Alguien emocionalmente fuerte es alguien a quien no le preocupa demasiado amar y dejarse amar. Está preparado para lo bueno y lo malo porque sabe que pocas cosas lo derrumban.
No tengas miedo a decir que NO cuando sea necesario. Complacer a los demás constantemente es imposible. La manipulación es muy fácil y un arma muy peligrosa. Aprende a decir que NO de vez en cuando y quizá resulte más necesario de lo que esperabas. A veces un NO a tiempo es más saludable que intentar quedar bien con todo el mundo.
Pertenecer es importante pero no lo es todo. Mientras más fuerte eres en lo emocional más rápido se fortalece tu capacidad de estar contigo mismo, donde quiera que estés. Sentirse parte de algo, de un grupo, de una acción es importante pero progresivamente puedes prescindir de eso y ser más independiente.
No te frenes ni disminuyas tu luz por otros. Cada persona es consciente de sus limitaciones pero debe ser más plenamente consciente de su luz, así que mantenlo siempre como norma: los demás también deben aprender a lidiar con eso y no puedes disminuirte para que otros se sientan bien. La humildad también es reconocer lo que valemos sin dañar a otros.
Evita hacer cosas que no quieres. Muchas veces (más de las que quisiéramos) nos encontramos atrapados en situaciones que nos disgustan y aunque a veces queremos salir corriendo debemos cumplir con los compromisos. Eso es distinto a quedarse entrampado en circunstancias que nos hacen infelices. Si algo no te gusta lo suficiente y está en tus manos evitarlo, hazlo. Ahorra en la medida de tus posibilidades aquellas actividades que no te hacen feliz ni te aportan nada.
La felicidad es una decisión. La fortaleza emocional se consolida mientras más entiendes que la felicidad y el equilibrio no están fuera de ti, sino que por el contrario son elecciones cotidianas. Elige qué batallas vas a librar y disfruta cada momento porque el desgaste emocional es una decisión. Aprende a elegir cuánto te puede afectar un evento exterior y conócete bien para saber cómo vas a lidiar con eso. El equilibrio interior solo te lo puedes proveer tú mismo.
