Educación

La historia de las cosas: una mirada al documental de Annie Leonard

Alguna vez se ha preguntado ¿de dónde vienen todas las cosas que usamos y a dónde van cuando las desechamos? Entender algunos ciclos puede ayudarnos a hacer mucho más por el planeta en el que vivimos

Annie Leonard es una ambientalista estadounidense que, un día cualquiera hace 20 años, se levantó con una pregunta: ¿de dónde salen y a dónde van todas las cosas que utilizamos cotidianamente en nuestras vidas?

“Me obsesioné un poco con todas mis cosas, no podía dejar de pensar en  ellas”, confiesa Leonard al inicio de “La historia de las cosas”, un documental de 22 minutos de duración cuya versión en español ya ha sido vista por más de 120 mil personas en YouTube, donde está disponible gratuitamente.

Captura de pantalla 2013-03-01 a la(s) 7.05.18 p.m.La película es el resultado de años de investigación sobre producción, desarrollo y economía. “Lo que nos dicen los libros es que las cosas se mueven a través de un sistema: extracción, producción, distribución, consumo, disposición. Eso se llama ‘Economía de los materiales’”, explica Leonard.

Su visión, ilustrada muy pedagógicamente, sugiere que allí faltan elementos. Luego de haber viajado por el mundo durante 10 años buscando más información, descubrió que algunos actores no estaban incluidos en el esquema que comúnmente manejamos. ¡Y vaya que faltaban cosas importantes!: la gente, sus familias, los recursos, el ambiente…

Algo que muy poca gente sabe es que tan sólo el 1% de todas las cosas que poseemos sobrevive al primer año de uso. El muy alarmante 99% restante se convierte en desechos que casi nunca son reutilizados, y que van a parar, la gran mayoría de las veces, a inmensos botaderos de basura en países en vías de desarrollo. “Porque los países desarrollados no quieren tener que convivir con toda esta basura en su propio jardín”, dice Leonard.

como_reciclarLa fabricación de nuestras pertenencias también es parte importante de la historia. La extracción de los recursos naturales es la materia prima utilizada para producir todos nuestros objetos de uso diario. Y aunque muchos de estos recursos son renovables, cabría preguntarse: ¿a qué velocidad se multiplican? Estamos gastándolos mucho más rápido de lo que pueden regenerarse.

No todo está perdido. Así comenzó a tomar forma el proyecto de su vida. Y quizás le falte tiempo para todo lo que tiene que contar.En palabras de Leonard, “esta es la historia de un mundo obsesionado con cosas, es la historia de un sistema en crisis”.

Aún así, no todo está perdido todavía. La misión de Leonard es hacer que cada vez más personas puedan entender cómo funciona el sistema para poder replantear el esquema y evitar que esta economía de consumo innecesario acabe con el planeta. Según ella, “podemos convertir todos estos problemas en soluciones”.

Hoy ya cuenta con varios documentales en su canal de YouTube, storyofthestuffproject. Uno de ellos es la “Historia del agua embotellada”, que como bien indica su nombre, cuenta todo lo que hay detrás de la industria de agua para beber en botellas plásticas.

images (1)Las botellas de agua nos seducen con etiquetas de coloridos y ecológicos paisajes naturales, pero no hay nada más alejado de la realidad. El 80% de estos envases se eliminan a través de la incineración, lo que produce cada año toneladas de dióxido de carbono que van directamente a la atmósfera causando daños irreversibles a nuestro mundo.

“El resto (20%) va a reciclaje. Pero sentí curiosidad por saber a dónde van las botellas recicladas. Averigüé que envían barcos llenos de ellas a la India, así que fui a Madras, donde me enfrenté cara a cara con una inmensa montaña de botellas plásticas desechadas en California. Esto no es reciclaje”, asegura Leonard.

Para esta mujer de 45 años, no hay descanso. Publicó un libro y continúa trabajando fuertemente para poder contarle al mundo la verdad sobre lo que consumimos. Hagamos un espacio para oírla y ser más amables con la única casa que tenemos: la Tierra.

Fuentes:www.youtube.com/storyofstuffproject | www.sfgate.com