Las reacciones del organismo son necesarias porque son descargas de energía y tensión
Físicamente el dolor se siente. Pero la afectación psicológica también se expresa a través del cuerpo. El miedo, la ira, la frustración o la vulnerabilidad dejan heridas emocionales que se expresan a través de manifestaciones fisiológicas del organismo.
Ante una situación de riesgo, un evento traumático, o un momento de peligro es fundamental conocerse y saber qué tipo de reacciones se manifiestan en nuestro organismo para saber cómo disminuir su impacto. El miedo, por ejemplo, se presenta en tres etapas: la primera es de carácter cognoscitivo cuando identificamos la cercanía de algo amenazante; le sigue una etapa fisiológica que se expresa a través de cambios en el organismo como sudor, aceleración de los latidos del corazón, falta de aire, cambio de temperatura corporal, temblores, nudos en el estómago o debilidad en las piernas; y una tercera etapa en la que aparece el componente motor: reacciones inconscientes que funcionan como mecanismos de defensa como correr, gritar, o esconderse.
Cada individuo tiene una manera distinta de experimentar situaciones estresantes que lo enfrentan a una afectación psicológica: hay personas que se paralizan y otras se aceleran. Algunas tienen capacidad de reacción rápida, otras son incapaces de responder. Incluso hay casos en los cuales las personas, por lapsos de tiempo, pierden la noción de la realidad, bloquean el evento traumático o tienen lagunas mentales y no recuerdan datos básicos como su nombre, lugar donde vive y ni siquiera pueden narrar qué ocurrió.
También hay conductas que pueden indicar que una situación traumática dejó algunas secuelas que atender: la tristeza y la rabia aparecen con facilidad, aumenta la desconfianza y la hipervigilancia ante todo lo que les rodea y la ansiedad aparece en acciones como comer repetidamente, problemas para conciliar el sueño, pesadillas, e incluso consumir bebidas alcohólicas excesivamente.
Hay que dejar fluir las reacciones físicas porque son descargas de energía. La tensión muscular es una de las manifestaciones más evidentes así que respirar de manera consciente ayuda a oxigenar el cuerpo y a retomar el ritmo cardíaco. Y sin duda alguna: drenar a través de la risa o el llanto es más importante de lo que parece.
Las estrategias para contrarrestar un episodio de crisis pueden ser muy sencillas pero fundamentales:
1) Buscar ayuda no siempre significa acudir a un especialista, aunque jamás debes descartarlo. Los círculos familiares y de amigos son sumamente importantes para apoyar y dar soporte porque la ayuda cercana es reconfortante y hasta puede resultar medicinal.
2) La sobreexposición a la información no ayuda. Es necesario estar al tanto de lo que ocurre pero hay que limitarlo.
3) Durante las situaciones de tensión, trata de mantener contacto continuo con tu núcleo familiar para saber que están en lugar seguro y disminuir las preocupaciones.
4) Realiza cualquier actividad que ayude a calmarte: deportes, música, yoga, ver películas, ver los programas de televisión preferidos, lo que sea que ayude a desconectarte de la situación conflictiva durante períodos de tiempo. La distracción ayudará al organismo a estabilizarse.