Estar enamorado no se trata solamente de involucrarse en una relación de pareja, amar también es el entusiasmo de emprender un nuevo proyecto, ilusionarse con una oportunidad de crecimiento y encender la adrenalina por un cambio que se avecina en nuestras vidas.
Enamorarse es una gran energía que debemos aprender a canalizar pero especialmente a aprovechar porque sentir amor hacia nuestra pareja, hijos, familia o amigos nos ayuda a sanar heridas y a mejorar el estado de ánimo.
Muchos estudios científicos han determinado que la inteligencia emocional es más propensa a desarrollarse cuando ampliamos nuestra capacidad de amar. Cuando abrimos vínculos emocionales con otros comenzamos a entender que aquello que nos disgusta es también parte de la complejidad del ser humano y de esta manera aprendemos a respetar y aceptar a los que nos rodean con más comprensión emocional y desde el amor.
El cuerpo reacciona a los estímulos emocionales que se generan con el amor. Hormonas como la oxitocina generan una sensación de bienestar que se expresa desde el cuerpo y se traduce en beneficios de salud. 
Hay un poder muy fuerte entre lo que sentimos y el estado físico que reflejamos. Para algunas personas, la tristeza se manifiesta en su organismo a través de una enfermedad y en otras personas el desamor o una decepción pueden convertirse en verdaderos desequilibrios físicos que hay que atender.
Para sanar las heridas es vital reactivar el amor cada vez que se pueda. No necesariamente hablamos de la vida en pareja: amar es encontrarse con uno mismo y emocionarse con las nuevas oportunidades. Amar es curarnos del rencor de vivir en situaciones dolorosas para poder dar paso a nuevas etapas.
La salud empieza por la mente y no hay nada más efectivo que sentir las palpitaciones y la energía que motoriza las acciones de nuestro cuerpo ante la emoción de algo o alguien que nos hace sentir felicidad. El amor es un gran sanador y siempre está allí para curarnos.
