Con la llegada de las fiestas navideñas, la mesa venezolana se llena de alegría y colorido pero también de harinas, azúcares, grasas y excesos que dejan unos kilos extras de regalo. Sencillas recomendaciones de nutricionistas y entrenadores pueden ayudar a que el fervor de las celebraciones del último mes del año no deje mayores acumulaciones en el cuerpo
Nueve meses en dieta estricta, todo un parto. Camina a través de un desfile de vitrinas para comprar el estreno perfecto que usará en la fiesta de Navidad. Después del esfuerzo, la recompensa se perfila en esos pantalones bajitos que moldean la cintura. Pero la tentación se convierte en un aroma omnipresente de pernil con hallacas, tortas, panes y harinas deliciosas.
Tanta abundancia en la mesa y la voluntad también adelgazada. Un vestido soñado con la talla ideal aparece ante sus ojos. Una blusa ceñida al cuerpo la saluda desde la tienda. Poco a poco el reto de mantenerse en el peso fijado como meta física, cobra sentido. El entrenador personal, Diego López, señala que comprarse ropa siempre es un buen estimulante, en especial, cuando el trámite de pasar al probador no está sujeto a la intervención divina. La talla sí importa.
Aliados sustitutos
El reinado de la mesa navideña lo lleva la multisápida hallaca. Un guiso humeante de carne y cochino, que se acompaña con rebanadas de pan de jamón y una buena porción de ensalada de gallina, sin contar el traguito social para brindar y de broche, un trozo de torta negra, que una vez al año no hace daño. 2.500 kilocalorías sólo en una cena.
La nutricionista de la Fundación Bengoa, Susana González, indica que el venezolano consume a diario un promedio de 2.300 kilocalorías distribuidas en las tres comidas, lo que significa que en ese único plato navideño ya se superó el límite de la carga calórica recomendada.
Cada hallaca aporta más de 180 calorías por cada 100 gramos, y más de la mitad se concentra en la grasa. López advierte que se controle la tentación de convertir el desayuno, almuerzo y cena del mes en la solución congelada “para llevar”.
Durante los 31 días decembrinos, las cenas y los reencuentros se multiplican. Sin contar los agregados que arrancan con la llegada de noviembre y se extienden hasta comienzos de enero. González recuerda que se limiten estas comidas copiosas a las fechas específicas para compartir con la familia y que la abundancia se permita sólo dos o tres veces al mes.
“No es necesario que se eliminen totalmente estas comidas pero si es posible sustituir el cochino por pavo o pollo. En el resto de los días preferir vegetales y comidas sin frituras para mantener el balance al momento de disfrutar las cenas abundantes”, aconseja la especialista.
El pan de jamón que aparece por doquier como complemento de las tres comidas e incluso como merienda para compartir puede sumar calorías disimuladamente en cada rodaja que se prueba. Si se prepara en casa, la opción del jamón de pavo ahumado ayuda.
Y aunque el paso por la panadería seduce al olfato con los atractivos aromas, los “recargados” con tocineta y hojaldre pueden ser un lujo para consumir sólo una vez.
Mucha fiesta, poca grasa
Una pista repleta de gente moviéndose a ritmo de salsa y reggaeton deja sus resultados en el cuerpo. La música invade el ánimo. La celebración también llena el espíritu y puede tornarse con menos remordimiento que rebanadas de pernil y bollitos de pasapalos, lo que ayuda a mantener la labor que se olvidó en el abandonado gimnasio. De 452 a 462 calorías se pierden en cada ronda de baile, según la nutricionista de la Fundación Bengoa.
Para mayor efectividad, mejor está cerca de la pista de baile y lo más lejos posible de la mesa de comida. El cansancio de los tacones y el calor de las corbatas harán el resto. Y si se mantiene presente una sencilla premisa habrá más resultados: ni la cerveza, ni el vino y menos el whisky calman la sed o hidratan el cuerpo como lo hace el agua.
Si las invitaciones a las fiestas son reducidas, la limpieza profunda de la casa para reorganizar, pintar y remodelar, acompañado de un animado fondo musical también funcionan, agrega López como alternativa para ejercitarse.
El entrenador reconoce que diciembre propicia la indisciplina para la actividad física “las amanecidas dejan de ser para caminar o trotar, pero como salir de compras sí obliga a levantarse se puede sacar provecho a los pasillos de los centros comerciales para hacer que los pies recuperen el movimiento”.
Más que kilos
La sala de emergencia de un hospital no es lo que se espera para una nochebuena. Pero los excesos de alegría, además de kilos indeseados, también dejan indigestión lenta, acidez, ardor estomacal, que sumado al abuso de bebidas alcohólicas, puede terminar en esofagitis aguda por reflujo, gastritis aguda, gastritis hemorrágica o pancreatitis aguda, según explicación de diversos sitios web sobre nutrición y salud.
La enumeración suena tan dolorosa como los efectos que deja en el organismo y a juicio de la doctora González “sabemos que es una época de muchas licencias y libertades pero debemos mantener los límites, porque las consecuencias no son tan sencillas y pueden complicarse”.
Así que, aunque sea una vez al año, como que sí puede hacer daño.