Octubre se ha convertido en el mes dedicado a conmemorar los esfuerzos y compromisos mundiales para lograr mejores niveles de alimentación en la población. 63 países en desarrollo lograron una de las metas propuestas en los objetivos del Milenio establecidos por la Organización de Naciones Unidas (ONU) en conjunto con lineamientos de la FAO (Food and Agriculture Organization por sus siglas en inglés): reducir por lo menos a la mitad, los problemas asociados a la subalimentación para el año 2015.
Uno de los factores positivos que ha venido influyendo en el mejoramiento de los estándares de alimentación en el mundo es el impulso a la agricultura familiar que fue proclamado como tema de este año en el marco del Día de la Alimentación. Con este tema se intenta celebrar la contribución que los agricultores familiares aportan en cuanto a la seguridad alimentaria de sus naciones.
Las cifras reflejan el auge e importancia de esta práctica: de los 570 millones de explotaciones agrícolas en el mundo, casi 500 millones están a cargo de familias. Representan el mayor empleador del mundo, suministran más del 80 % de los alimentos del mundo en términos de valor, producen alimentos frescos con pocos niveles de procesamiento químico e impulsan el mercado lechero, de aves de corral y ganado porcino.
Los cultivos familiares necesitan producir alimentos suficientes para ellos, para los habitantes de sus comunidades cercanas y en lo posible extenderlo para el consumo de las ciudades que los rodean.
La agricultura familiar debe significar una manera de sustento para las necesidades familiares y una posibilidad de desarrollo. Mientras más fuerte y desarrollada es la agricultura familiar en los países, más soberanía económica existirá, habrá más alimentos disponibles, mejor uso de los recursos naturales y la garantía del respeto a la tierra por parte de quienes la trabajan.
Otro de los beneficios que genera a la sociedad el desarrollo de la agricultura familiar es que los alimentos que llegan a nuestra mesa, sin duda, son más frescos y saludables, y mucho más económicos porque están al alcance del consumidor urbano.
Además promueven y defienden la localidad, respetan la cultura y los valores nutricionales asociados con la comida autóctona e impulsan el crecimiento de industrias pequeñas, medianas y de mayor alcance que genera diferentes vías de ingreso y producción local.
La agricultura familiar es una importante fuente de desarrollo sostenible pero requiere la creación de condiciones para que la vida en zonas rurales sea una posibilidad de futuro. La erradicación del hambre que queremos puede comenzar por potenciar las herramientas que cada país tenga a disposición.