Un acto tan cotidiano como cepillarse los dientes por la mañana parece algo común y sencillo. Pero al detenernos en esa actividad sabemos el largo y sistemático camino que se debe seguir desde muy temprana edad para convertir esta y cualquier otra acción en un hábito consolidado. A lo largo de la vida hacemos consciente la necesidad de crear nuevos hábitos o de reeducarnos en los que ya tenemos para tener un estilo de vida más saludable. Por ejemplo: el tipo de alimentos que acostumbramos comer, cómo los combinamos, o qué alimentos ni siquiera probamos aunque sabemos lo nutritivos que son. Todo eso en la teoría. Pero en la práctica, crear y consolidar un nuevo hábito es una tarea difícil de llevar a cabo que requiere dedicación. Una vez que el hábito se establece, lo llevarás a cabo sin esfuerzo.
Estas técnicas se pueden utilizar para fijar cualquier nuevo hábito: cambiar de dieta, hacer ejercicio, meditar, disminuir las situaciones de estrés, mejorar los hábitos de sueño.
Motivación. ¿Por qué voy a hacer esto? Esta interrogante puede ser un importante recordatorio para impulsar un cambio en el estilo de vida. El empuje principal que pone en marcha el proceso de crear un hábito necesita una razón que va más allá de la fuerza de voluntad.
Fija una meta de inicio. Hay que plantearse un objetivo sencillo pero definido: “quiero dedicar unas horas a ejercitarme” es diferente a “voy a correr un maratón de 21 kilómetros”. Aunque el objetivo final se muestre más inspirador, el hábito se logra por la progresividad de las acciones: caminar, trotar, correr, ejercitarse, comer adecuadamente, entrenar, aumentar la cantidad de kilómetros, y finalmente lograr correr el maratón. Los hábitos de vida se establecen porque tenemos muchos años haciéndolo de cierta forma, así que crear un nuevo hábito requiere progresividad para que durante un periodo de tiempo se pueda asimilar el nuevo comportamiento.
Define objetivos, etapas y tiempos. Por lo general lo que queremos lograr es una aspiración abstracta o simbólica: “Quiero estar más delgada”. Hay que ser más específico para poder acompañar el objetivo con un plan de acción. ¿Hacer dieta o ejercicio?; ¿ambas al mismo tiempo?; ¿hago primero un plan nutricional y luego intento comenzar una actividad física? Al formularse esas preguntas se comienza a marcar un camino por el cual empezar, que muestra algunas etapas que cumplir primero y asoma cuáles son las metas más cercanas.
Forma redes de apoyo y estímulo. La fuerza de voluntad puede ser muy quebrantable si se presiona demasiado. Por eso la creación de un nuevo hábito saludable necesita constancia, que en muchos casos viene del entorno. Si los círculos familiares y de amigos están en sintonía con este nuevo hábito pueden impulsar a que se mantenga la periodicidad de las acciones. Además servirán de recordatorio cuando comience a flaquear el esfuerzo y necesitemos un repaso de todo el camino recorrido y la energía invertida.
Elige actividades que puedas disfrutar. Hacer un cambio de hábitos necesita constancia y repetición así que es muy importante que lo hagas de la mejor manera posible. Si la actividad es agradable el paso para que se haga continua y sistemática será más posible. Por ejemplo: al comenzar una rutina de ejercicio, pon tu música favorita, invita amigos a caminar, correr o hacer yoga contigo. Si vas a cocinar comida más saludable aprende la diversidad de maneras que existen para preparar los alimentos, sírvelos de manera atractiva y novedosa.
Utiliza un sistema que permita ver avances. Usa un calendario, un programador que esté en un lugar visible, o utiliza una aplicación en el teléfono para que puedas marcar los días que le corresponden a tu nueva actividad. Al darle progresividad puedes programar una rutina que evite la interrupción de las actividades. “Hoy es martes de yoga”, o convertir “los miércoles de vegetales” son frases simples que ayudan a fijar en la memoria un mini sistema de organización, que poco a poco puedes ir modificando cuando ya lo hayas establecido como hábito.
Actitud positiva. Al decidir un plan de acción realista, alcanzable y adecuado, poco a poco las ventajas comienzan a aparecer para reafirmar la necesidad inicial que tuvimos de crear un nuevo hábito saludable en pro de mejorar nuestra calidad de vida. Así que disfruta cada etapa del proceso, sin apuro y con constancia. Recompénsate en cada paso conseguido porque de un momento a otro, ni siquiera notarás que este hábito forma parte de tu rutina y difícilmente volverá a irse.