Educación

Un lector más: Jamás será vencido

Una de las delicias que ofrece el hábito de ser lector es aquella que, por designio afortunado, hace que llegue a nosotros un ejemplar que nos haga olvidar todos aquellos clásicos que nunca hemos leído – y que nunca leeremos. 

Rodrigo Blanco Calderón (@rodrigoblancoc) ya dejó de ser una promesa de letras nacionales para evolucionar en un presente lúcido y optimista. Es eslabón de una generación literaria prometedora envuelta en un contexto de crisis que dispara – simbólica y literalmente- el ambiente propicio para la creación de realidades alternativos.

En su último libro de relatos Los Invencibles, Blanco Calderón nos hace volver a vivir una cara de esta ciudad contemporánea que es Caracas. Con olor a alcohol, a beisbol, a inseguridad, a sexo, a intelectualidad a ras del suelo y el Ávila como vigía de una realidad que sólo se puede ver si se mira para abajo.

A pesar de su confesión, de ese placer extraño que asegura sentir cuando recuerda que las historias contadas en Los invencibles pertenecen, por entero, al mundo de la ficción, es una misión no reparar en contextos lugares o situaciones en los que tenemos nuestras propias historias.

Héroes urbanos carentes de súper poderes que protagonizan historias donde la heroicidad radica, tal como explica el autor, no en vencer y salvar todos los obstáculos, sino, al contrario, como bien lo sabía Kafka, en ser vencido y superado por todos los obstáculos y, a pesar de todo continuar.

Todas las historias de héroes vencidos que no descansan en su afán de seguir siendo abatidos hasta un final que aún no se vislumbra cercano y que quizás nunca llegue. Al fin y al cabo, son invencibles.

Ciudades que están en el mapa pero no existen, personas a las que saludamos pero que nunca han nacido, lugares donde no hemos estado pero que jamás se han construido, olores que nunca hemos sentido pero que nunca se han despertado. A eso juega Rodrigo Blanco, a convencernos de que sus historias no existen, incluso cuando nosotros tuvimos la oportunidad de vivirlas.

Una lectura amiga. Reconciliadora, cómplice y divertida. Si existe una explicación posible sería lo inevitable de echar de menos un par de relatos más, pero existe el consuelo de una carrera que comienza y que apunta a ofrecer borbotones de deliciosa lectura.